POESÍA SACRÍLEGA: Según San Marcos.
Soy apóstol de una época sin fe, sin guía, sin un alma que divague por
el mundo para profanar mentiras. Soy el narrador de nadie, nada llena mis
palabras. Como coraza de hierro que busca un cuerpo sin sangre, llevo el hábito
manchado de luchar con incentivas hacia un final sin mentiras, siendo un héroe
del aire.
Sin nombre lucharé por verdades que nadie supo leer, sin un título de
guerra, sin una sombra y sin Odas pasajeras. Pasos ciegos de perdido, que no
saben donde van. Caminan por el sendero que él dios de mal relegó ¿quién sabe
por qué se han ido?
Mi alma famélica se ha cansado de mendigar tus caricias. Vaga por el
mundo sano, nutriéndose de la carne descompuesta que va encontrando a su paso,
porque ya no lucha ni sufre, se ha redimido la pena, se ha rendido resignada
ante los muros de arena.
Bebo sin miedo el terror que el destino ha levantado ante mí. Narro
canciones de lluvia, charcas de yodo inundadas, ecos de gota salpican lágrimas
de mi garganta. Y en el confín una chispa incendiando mi destino, una chispa
que ha nacido sobre un corazón podrido.
Y al final es una voz, que suplica
no te vayas. Y un aliento de dolor que a lo lejos se desgarra. La distancia trae
su eco, y ha suplicado por mí. Cuando el tiempo y la distancia hayan surcado el
sendero, mi huella será mi sombra y una canción volará.
No soy sueño ni esperanza que acaricie tu mirada, no tengo manos ni
besos. No porto anillos eternos. La mentira en tu deseo se forjó con la
distancia, y el tiempo exigió plegaria evitándote de mí.
Ya no escucho los suspiros, el
viento cesó su llanto, y una sonrisa brillante de luz el cielo ha colmado. Mi
sombra la hundió en la arena de los muros de mi pena, mi canción la ahogó en el
barro que mis palabras dejaron.
Siento que voy a caer al vacío, sin tus manos. Que la oscuridad me llama
al borde de mis pies, y el equilibrio que me sostiene en el aire cede al
impulso de la gravedad, y ese único momento, uno y mil veces último y siempre
eterno, se repite sin cesar mientras me muero de verte… sé que me tienes asido a/en tu olvido.
Acaso pueda la ceguera ocultar lo que observa el alma, porque no existes
fuera, sino dentro, temo no perder tu sombra con el tiempo.
By Vanessa R. R.
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