lunes, 25 de febrero de 2013

ESPACIO LITERATURA, LA CRÍTICA SUBLIMINAR.


DOS RELATOS Y UN PENSAMIENTO.


_______________________________________________________________

RELATOS PARA NO LEER.

La mañana de Martina se iba viendo reflejada a través del esférico reloj que colgaba de la pared, sobre el mostrador de la centralita de la tercera planta del hospital comarcal. Parecía que hoy las agujas del imperioso reloj habían tomado el derecho de velocidad, y se sucedían una tras otra por  la docena de horas que lasaguardaban.

El pasillo de la planta estaba aquél día rebosante de gente. Las paredes de las habitaciones parecía comprimirse sobre aquellos pacientes que buscaban fuera de sus muros, sobre sus lentos y relegados pasos, una bocanda de aire fresco y cambiante, una historia diferente, una cara, o una ráfaga de luz distinta de la del calefactor que salía del techo junto a las camas. Visitantes que esperaban con la esperanza de un diagnóstico inmediato, para poder regresar a sus casas y continuar con sus vidas. Aunque también se podía ver algún paciente que mostraba satisfactoriamente su sonrisa, llena de entusiasmo y orgullo, demostrando a el resto de pacientes la sedidia no le ha bía vencido aún.

De cualquier forma, Martina encontraba ese día el pasillo demasiado abarrotado para poder empujar el carro de las sábanas, y la gente a menudo la entretenía para pedirle enseres, o preguntarle por la visita médica. Mientras ella, poco confabulada hoy con el reloj, veía irse la mañana y los pacientes seguían esperando ser arreglados.

A punto ya de finalizar el aseo de la mañana, el reloj le recordaba a las doce, que tenía hambre, y que le aguardaba intacto en la hora del medio día ofreciéndole una tregua a la pobre chica para que tomase su almuerzo, pero Martina contuvo famélica su necesidad y decidió aprovechar la ayuda de un celador para asear al paciente del 6_B. 38 años, gallego, desde los 27 en cama. Su pasión por el parapente le llevó a la fatalidad. 

Ya en la habitación caldeada, el agua pronta y el paciente desnudo, Martina empapó sus esponjas en agua y jabón, dejó caer el cálido líquido sobre el pálido cuerpo del muchacho encamado. No podía dejar de admirar la dedicación con la que sus familiares le habían mantenido en cama durante tantos años. La piel hidratada, limpia y bien cuidada. Frotó delicadamente el pecho con masajes circulares y secó a conciencia cada pliegue de su axila. Una vez que hubo terminado de lavarlo, lo secó con la misma quietud, dejando limpia y perfumada su piel en esta posición. La sábana se había empapado, así que pidió a su celadora que lo girase para lavarle el dorso del cuerpo, para quitar las sábanas mojadas y envolver el colchón de las frescas y tersas sábanas limpias. 

En ese momento la celadora estaba distraída con su teléfono en la mano, pero en el momento que vio la señal de Martina, guardó su teléfono y se acercó a la cama. Depositó los miembros del paciente sobre el cuerpo para girarlo con mayor facilidad; era robusto y estaba fornido. Además de la tetraplejia, tenía una distención muscular y nerviosa que le impedía relajar el brazo, con lo cual impedía más el proceso de movilización. Martina le dijo a la celadora, que además era sorda, que esperase para preparar cada material al alcance de la mano y así solucionar la técnica de girado de forma más veloz. 

En ese momento la celadora volvió a sacar su teléfono de nuevo, y continuó con el clack clack y una sonrisa de interés en su cara. Martina le hizo señas de guardar el teléfono. Pero la celadora dijo que mientras esperaba...

llegó el momento de esfuerzo, la celadora tiró fuertemente del paciente y lo aproximó a su barriga, ombligo con ombligo lo mantuvo mientras Martina le frotaba la espalda, ya limpia, con crema de olor a frambuesa.

Mientras Martina retiraba la mitad de la cama de ropa y colocaba la nueva y limpia sábana blanca, la celadora volvió a sacar su teléfono móvil. Continuó con el clack clocka de sus dedos, imposibilitando a la pobre Martina la comunicación con ella, ya que si le hacía señas a la sorda muchacha, ella no lo vería.

En su inútil intento por pedirle a la celadora retirarle la almohada, Martina no le quedó más remedio que dar la vuelta y dar un tirón fuerte al cojín, la celadora que sostenía con su barriga el peso del paciente y sujetaba con interés su teléfono no se dio cuenta que el paciente resbalaba...



____________________________________________________________________



Juani había salido más tarde de los habítual del trabajo. Había avisado a su chico de que llegaría más tarde. Había concretado el lugar y la hora. Sin sobre pasar el límite de velocidad, La Juani pisaba el pedal de su ford azul con exigencia. Contaba las curvas que le quedaban para llegar a casa, inquieta de asistir más tarde a la comida familiar.

La música le regalaba alguna melodía del pasado distrayendo un poco sus prisas por llegar, ambientando la comodidad de la conducción y animándola a relajarse. 

Su novio Enrique había dispuesto el momento de su llegada. Le había preparado un zumo de naranja, le había caldeado el baño para la ducha y había lavado el coche, el renault, dejaría el ford azul aparcado en casa para la salida familiar.

La Juani estaba impacinete, hacía tiempo que no salían a comer fuera, y tenía ganas de divertirse un poco. El coche la acercaba con decisión a su casa. Entre el melódico tono de Michel Erentxu que despedía la radio, oyó un sonido alentador, un mensaje. Con precisión y sin mirar abrió la cremallera de su bolso y rebuscó en su interior hasta localizar el aprato cuadrangular de metal. lo sacó y activó sin apenas despegar los ojos y las mano izquierda del volante. Una vez encendido esperó a pasar la curva que atraviesa en túnel, dio las luces obligatorias y dentro del túnel redujo la velocidad, miró la minúscula pantalla del móvil y vio una carita sonriente y un corazón, su Enrique la esperaba con anhelo. Ella sonrió y quiso corresponder, enviando un gran beso acompañado de tantos corazones como colores tiene el arco iris. 

Tras esto, recibió un mensaje: "Tranquila cariño, conduce con cuidado y atención, yo te espero, y un hermoso corazón rojo impregnaba el parabrisas". 

Apartó el corazón con cuidado con el limpiaparabrisas, dejando hueco a su respuesta, sobre el volante amontonó las letras que decían: Gracias tesoro, te pienso y tengo muchas ganas de llegar y besarte amorosamente.

Las letras sobre el volante nublaban un poco la visibilidad de Juani. pero con la curva siguiente, las letras se quedaron en la parte derecha del parabirsas, tapando únicamente la parte del copiloto. La mitad suya aún le permitía ver, cuando el teléfono sonó de nuevo. 

"Ahora las cálidas palabras de ternura de Enrique se fueron depositando sobre el cristal frontal, amor cubría justo la parte central, y el corazón atravesado con una flecha completó el plano. Con todos esos mensajes de amor tapando la transparencia del cristal, a La Juani le fue imposible distinguir la curva siguiente, y continuó recto..."


__________________________________________________________________


No recuerdo durante cuanto tiempo lloré de pena al ver transfiormada mi vida. Sólo sé que durante muchos días me sentía triste, extraño. Como si hubiera entrado en la dimensión de otro planeta y hubiera nacido de nuevo.

En ocasiones podía ver el fuego de una imagen trágica, de un horror negro que me llevaba sin remisión a un punto doloroso y fatídico. 

En unos segundos que duró la caída pude ver pasar los grandes momentos de mi vida, pensé en mucha gente a la que quería y en la que pude pensar en ese instante.

Pero ahora, ese pensamiento vuelve esporádicamente a mi cabeza sin lograr saber a qué se debe.

Lo único que ahora puedo sentir es el amor de mi familia, mis hijas que me visitan, mi madre que me acuna y la gente que me rodea que me trata con mucha delicadeza. 

La sensación de aquél día fue placentera. Una dulce mano me endulzaba la espalda con un sabor a frambuesa muy apetitoso. La sensación de limpieza y perfume fresco me transmitían una buena sensación. 

De pronto me relajé, noté un fuerte tirón sobre el cojí de mi cabeza y empecé a resbalar, en apenas media décima de segundo lo vi todo negro, recordé mi accidente en parapente y noté un fuerte golpe en la cabeza, me relajé y el fluido de la vida se me escurría desde los oídos y la boca.... ya no sentí nunca más el dolor, todo empezó a ser una gran, clara y brillante satisfacción.



_________________________________________________________--

Pedro del Bosque regresaba de pasar el día con sus hijos. Llevaba tres meses sin verlos a causa del trabajo y se sentía feliz de tenerlos. Habían pasado el día en un parque de animales. Los niños estban felizmente completos de compartir con Padro aquel maravilloso momento. 

Habían comido paella en casa de uno amigos y volvían de regreso a casa. Querían intensificar cada segundo juntos, porque en dos días Pedro volvería a partir hacia otro país por dos largos meses más.

De camino en el coche venían comentando cada detalle de los delfines, la peculiaridad con la que el tigre alimentaba a sus crías.

Pedro sentía un gran júbilo. Se redescubría de nuevo al sentirse tan pleno de tener a sus hijos junto a él. Se sentía completo y feliz. Quería comunicarles esa felicidad. "Chicos, cuando vengáis a verme vosotros, os voy a llevar a un parque que hay cerca de casa, os va a encantar". Ellos quisieron saber en seguida todo lo que había, soñar con el lugar, y experimentar las sensaciones allí mismo, en el auto camino a casa de su madre.



Entraron en una túnel y Pedro encendió la luz y redujo la velocidad. mientras explicaba a los chicos lo que podían encontrar allí. Ellos ya estaban compartiendo el momento en su imaginación. Y entonces Pedro giró bruscamente el volante, hacia un lado, intentó esquivar el choque pero la fuerza del impacto del ford azul les llevó directamente al parque de atracciones.

Los niños salieron disparados por el entusiasmo, tan deprisa y con tanta emoción que uno lo hizo por la ventana lateral, otro por el parabrisas. El padre se quedó dentro durante unos instantes, asimilando la conciencia de lo que acababa de pasar, pero luego también él abandonón en coche, siguio a sus hijos y permanecieron eternamente en el parque, corriendo, riendo, siempre juntos, hasta que su madre decidiera venir a reunirse con ellos.


                                                                                                                  By, Vanessa Rivas Romero.



3 comentarios:

  1. ((((Vanessa)))) preciosa:

    Me encantaron los relatos de hoy. Aunque debo confesar que el título no lo entendí sino hasta la re-lectura de la tarde :D

    Una vez que lo entendí me gustaron aún más.

    Me quedó sin embargo una sensación un poco inquietante... como de que te vendría bien un pedestal para el parabrisas de tu coche, dónde poner cómodamente el móvil...

    Me gustó el final "alegre" de los chicos y su padre, que vuelan al parque de diversiones.

    Gracias por las letras, corazón!

    Muuuuuak!!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti Erick, espero que los hayas entendido finalmente del todo, la verdad es que la idea del parabrisas tiene su parte tétrica depués de los relatos de hoy, ¿no crees?

    Mil besos...

    ResponderEliminar
  3. Oooooh... Lo entendí al revés?...

    ResponderEliminar